domingo, 8 de abril de 2012

Reflexión sobre el ser: NVXAMKAN TA MAPUCHE ÑI MALLMAGEN NEWENTULEN MEW KUYFI KA FANTEN MEW (De cómo el wingka nunca ha podido mirar hacia abajo al mapuche)

NVXAMKAN TA MAPUCHE ÑI MALLMAGEN NEWENTULEN MEW KUYFI KA FANTEN MEW
(De cómo el wingka nunca ha podido mirar hacia abajo al mapuche)
Por Ignacio Kallfükura 

Nosotros somos mapuche, eso lo sabemos bien.
Nuestros ojos son mapuche, su forma, la manera de mirar.
El timbre de nuestra voz es mapuche, lo escuchamos en cada hermano y hermana,
aún más, nos escuchamos en ellos.

Nuestros movimientos son mapuche: el ritmo, el paso, la postura, el movimiento de nuestras manos.
Cuando vemos a un mapuche, nos vemos como en un espejo.
Somos mapuche y lo sabemos bien.

Desde niños crecemos en hogares mapuche, un mundo que incluye a padres, tíos y tías, abuelos. Aprendemos que somos diferentes porque escuchamos eso siempre.

No por querer ser diferentes de manera arbitraria, es que sencillamente somos diferentes porque venimos de otra cultura y es lo que se nos recalca en nuestros hogares preparándonos para afrontar el mundo donde está el “otro” que no es muy amable y piensa que nos avergonzaremos de lo que somos.

Mapuchegeiñ fewla may.
Kimvn nieiñ kvme gvlam nieiñ.
Kvmekeche taiñ pu xem.

Se nos prepara para sobrellevar una experiencia que nuestros padres ya han vivido y eso ocurre por primera vez de manera evidente para nosotros cuando vamos al colegio y nos damos cuenta de que los otros niños nos enrostran el ser mapuche como si fuera un pecado que llevamos en la frente (lo que es motivo de orgullo para nosotros se muestra como algo para la risa).

Ahí tomamos conciencia de que hay una cultura que nos mira como a extraños, como a otros y esa actitud está en el inconciente colectivo de una sociedad educada así por el poder político, religioso, económico y por medio del sistema de educación basado en la ignorancia.

¡Como extraños en nuestra propia tierra!
Esto no es cosa justa ni buena.
No es cosa nuestra esa actitud.

En el colegio empezamos a ver la actitud de esos niños que siendo tan pequeños reflejan lo que aprenden en sus hogares: que hay otros niños que son mapuche y que es posible burlarse de ellos... Ahí es cuando nosotros siendo menores de seis y siete años pensamos “a estos niños no se les ocurrió reírse de nuestro ser mapuche así como así, eso lo aprendieron de alguien que a su vez lo aprendió de otro y a aquel, otro más se lo enseñó antes”.

Entonces nosotros siendo niños mapuche,
nos hacemos expertos en la reflexión sobre el ser.

¡Pichikechegelu inchiñ, rumel niekeiñ ta Mapuche ñi rakizuam!

Así, concluimos que hay una mirada negativa que además es gratuita contra lo que más amamos: nuestro ser mapuche. Aprendemos en silencio que a los otros niños se les enseña a mirarnos en menos, de ahí conocemos la existencia de la histórica discriminación.

Hay que ser mapuche para experimentar ese sentimiento, hay que ser mapuche para saberlo y compartirlo con sus otros iguales que teniendo esa experiencia de existir en una sociedad opresora, entienden exactamente lo que sus peñi o sus lamgen les cuentan pues a ellos les ha pasado lo mismo. Hay que ser mapuche para recibir el newen de nuestros ancestros que se transmite de generación en generación y hay que saber ver que desde niñitos, nos entrenamos en el rakizuam, en la interrogación profunda sobre la existencia y el tema de la identidad. Eso es lo que desarrolla el newen que viene desde que nacemos.

Pararse como niño mapuche en el mundo y sentir, palpar, oir y visualizar las diferencias de hasta los sonidos y gestos es la razón de que tengamos tan clara conciencia de ser mapuche y no otra cosa.

Es necesario, por respeto a nosotros, que los que apoyan y que solidarizan con la lucha hermosa de nuestro pueblo vean todo esto y sepan que en el existir hay una diferencia pràctica y brutal muchas veces que el niño mapuche experimenta y que es lo que define su actuar y su identidad claramente.
Es el ser mapuche delineado por un transcurso vital.

Así crecemos los mapuche, reflexionando sobre las nociones de Ser, Existir, Ser fuerte, No sucumbir y mientras tanto en la escuela se nos enseña a los niños mapuche que somos chilenos como todos, que somos iguales, que chilena es nuestra identidad, pero no.

Como niños mapuche perceptivos y reflexivos crecemos sabiendo que eso es mentira porque el trato no es igual y además no dan las razones que por nuestro lado sí nos han entregado nuestros mayores.

Ahí nos damos cuenta de que es lo mismo que vivieron nuestros padres en su momento y decimos “ahora entiendo”. Cuando eso pasa, nuestro amor por ellos solo crece y crece por la admiración que nos produce ver que han resistido sin dejar de apegarse a su identidad mapuche y aún más, entregándonosla como una joya que heredamos.

Nuestros padres,
nuestros mayores
son como rocas en el mar…
las olas las chocan
y ellos permanecen firmes ahí.

Lilrekeley taiñ pu xem
Feyegvn kvpakegeiñ.

La cosa es que el chileno nos enseña (de mala manera, claro) que nosotros somos diferentes.

Ellos nos dicen y apuntan con el dedo “tú eres otro” y no nos parecería mal pues es lo que sabemos, pero lo malo es cómo lo dicen y cómo sienten nuestra diferencia. Es como si les molestara nuestra presencia y esta actitud ha estado históricamente presente en el trato con nuestro pueblo. En todo caso los más jóvenes han ido cambiando, eso hay que admitirlo.
La explicación para esa molestia sobre nuestra presencia tiene un origen.

MAPUCHE ÑI AUKAN
El proceso de conquista de América por los españoles fue bastante rápido y efectivo lo que dio como resultado la ocupación de los diversos territorios pertenecientes a los pueblos originarios desde México hacia el sur. Desde 1492 hasta 1540 la situación se veía bajo control.

A todo esto, los españoles conquistaron, mataron, robaron y sometieron.
Luego se establecieron, crearon ciudades y esclavizaron.

Como guinda de la torta se dieron el lujo de ser “benevolentes” con los indígenas: les podían tener lástima y les podían permitir ciertas cosas, pero siempre mirándolos hacia abajo pues se sentían muy seguros. Los "pobres indios" eran inofensivos en México, en Colombia, en Perú...

La relación era asimétrica: de conquistador y amo a conquistado y esclavo.
Esto en toda América.
O casi…

MAPUCHE WEICHAN TA INKAEL ÑI MAPU.
En Chile y Argentina las cosas fueron distintas: el pueblo mapuche resistió y nunca fue conquistado.
Más aún, es el único pueblo americano que derrotó al imperio español imponiendoseles y ganando su soberanía territorial el 6 de enero de 1641.
Un tratado con España y papeles firmados por el Rey.
La frontera fue el río Biobío desde ese año: Mil seiscientos cuarenta y uno.

Los mapuche derrotamos al español.
Somos un pueblo que no se sometió.
Aukafegefuy ta pu fvtakecheyem pu kushekecheyem,
aukafegey ta che fewla.
Newentuley mapuche kom weza zugu mew.

Frente a eso, los españoles en Chile y Argentina y más tarde los chilenos y argentinos mismos no tuvieron el "privilegio" (para ellos) de mirarnos hacia abajo como acostumbraban en otras partes dado que ellos eran los vencidos y a tu vencedor no lo puedes mirar en menos, al contrario, lo engrandece tu confusión y lo agiganta el miedo frente a su invencibilidad.

Feley.

Por eso, quizás nos miraban un poco hacia arriba… pues se andaban con cuidado.
Al fin y al cabo los vencimos.

El hecho de que los mapuche los hubiéramos derrotado los frustraba y por eso empezaron a crear un sentimiento de odio contra nosotros. Ya no benevolencia ni piedad como lo hacían en el resto de América, sino rabia contra el único pueblo que los venció. Eso era un rencor gratuito, pues nosotros no fuimos los que crearon el problema yendo a conquistarlos; ellos vinieron a hacernos problemas y no se lo permitimos.

Eso no les daba derecho a guardar rencor, pues era algo insensato, pero los mapuche los vencimos y empezaron a mirarnos mal por eso y luego se dedicaron a transmitir ese odio por generación y generación y es lo que ha llegado hasta estos días en que solo hace 120 años nos quitaron la tierra.

Por eso en la escuela esos niños al discriminar a los niños mapuche solo reproducen un sistema adquirido de sus padres que se transmite a través de los siglos.

KUYFI NVXAM TA MAPUCHE
Como los mapuche sabemos de dónde venimos y amamos a nuestros antepasados y sabemos que eso es cosa propia de nuestra cultura, sentimos que frente a la incomprensión histórica no podemos renegar de lo más preciado que tenemos que es seguir siendo mapuche pues somos parte de un pueblo que ha pasado por la historia con paso triunfante y digno, haciéndose respetar respetando ya que esa es la base de los buenos valores nuestros.

Hay que aceptar que nosotros estamos y pensamos continuar estando en nuestra mapu.
Por nuestros padres, madres, abuelas, abuelos, antepasados.
Por ellos estamos aquí nosotros los mapuche
Ellos dieron su vida para que nosotros ahora tengamos vida.

Inanieyiñ taiñ pu kuyfikecheyem ñi az.
Felepe may ta tvfa.

Nunca lo olvidamos y por eso nuestro pueblo permanece.
Así permanecen ellos en nuestros corazones y en nuestros recuerdos.
Llevamos sus nombres mapuche y eso tiene significado para nosotros.
Llevamos los nombres de nuestros antepasados, de nuestros abuelos.
Mapuche ta inchiñ.

Esto está dedicado a los niños mapuche que vienen y que esperamos encuentren un escenario diferente donde la ignorancia no se exprese en discriminación sino que la vida sea como entre personas, entre gente con humanidad.

Wewuaiñ pu mapuche inchiñ.
Marichiwew.
Feley.


Ignacio. —

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